El Mictlantecuhtli del Zapotal es una de las figuras más famosas del señor del inframundo del México originario por la manera en que fue plasmado es muy característico de su cultura creadora, los Totonacas, quienes solían representar sus figuras de cerámica o barro con un toque alegre y muy expresivo.
Este sitio arqueológico se conoce por sus entierros al señor del inframundo Mictlantecuhtli. Está ubicado entre los ríos Blanco y Papaloapan en el Municipio Ignacio de la Llave, Veracruz, México, donde la cultura Totonaca alcanzó su máximo desarrollo entre los años 600 y 900 d. C.A
Aunque el sitio cuenta con varias estructuras, pocas han sido excavadas. En uno de los montículos explorados salió a la luz la deidad de la muerte y el Mictlán como parte de todo un conjunto funerario, con 235 entierros humanos, entre los que se destacan dos osarios con un centenar de figurillas de barro, llamadas Caritas Sonrientes y un conjunto de mujeres con el torso desnudo: “Las Señoras de la Tierra”, representaciones de Cihuateteo, mujeres que acompañaban al sol en el ocaso y bajaban los nueve escalones para llegar al inframundo, vencer a Mictlantecuhtli y que el astro vuelva a nacer.
Los principales materiales que se encuentran en este conjunto son arcillas y tierra sin cocción, enlucidos de cal y arena, pigmentos y aglutinantes de origen orgánico. La escena que se extiende sobre una superficie de 6.93 m de ancho y 9.30 m de largo, y alcanza una altura de 1.90 m con la escultura de Mictlantecuhtli en un trono se califica como una obra maestra del modelado en tierra, máxima expresión de la cultura Remojadas, que se asentó en el centro del área de la Mixtequilla.
Es la única pieza de barro crudo, que se conoce de los pueblos originarios, por lo que su preservación es admirable, la técnica de manufactura es barro y arena apisonada sin cocer, estucado y pintado, inédito en las culturas mesoamericanas.
Mictlantecuhtli está pintado en rojo ocre, sentado, inclinado hacia adelante. Luce un gran tocado que incluye la cabeza de un murciélago y perfiles de calaveras. Es dual: mitad esqueleto, mitad humano, cara y brazos descarnados, no así sus piernas y pies. El rostro es tosco pero no agresivo, la lengua fuera y una mirada que simboliza la oscuridad del inframundo. Está flanqueada por dos muros decorados con pintura.
Por la fragilidad de sus materiales, la obra permanece en el sitio donde fue hallada, habiéndose creado un museo para su exhibición.