El canto de las mujeres de Chalco es una muestra de la hermosa poesía prehispánica que se creó en el México originario, donde la palabra tenía un gran poder y penetración en el pueblo.
Bien es conocido el rey poeta Nezahualcóyotl que a través de la “flor y el canto” transmitía a sus macehuales el amor y respeto por su tierra.
En esta ocasión traemos un canto que aparece en la obra Cantares mexicanos, de la UNAM, donde se recogen las palabras que las mujeres de Chalco le hacen a Axayácatl, sexto tlatoani mexica, quien fuera famoso por ser un gran conquistador y líder militar.
Este canto puede entenderse como un reto de carácter erótico que las mujeres de la ciudad de Chalco hacen a su conquistador. Pareciera que, durante el canto, al tlatoani mexica se le equipara con alguien que tiene poca experiencia sexual y que las mujeres chalcas le demostrarán quién es mejor amante.
Además, se puede leer entre líneas, que al tlatoani mexica se le equipara con alguien que tiene poca experiencia sexual y que las mujeres chalcas le demostrarán quién es mejor amante. Además este poema nahua hace alusión a juegos eróticos y sexuales.
El placer y el cuerpo en los pueblos prehispánicos: Increíbles datos curiosos
El 6º tlatoani mexica Axayacatl,murió a los 31 años, siendo fue sucesor de Moctezuma I y padre de Moctezuma II. Se sabe que en su palacio en el templo Mayor fue alojado Hernán Cortés en su llegada a Tenochtitlán.
Poesía náhuatl erótica: Composición de los de Chalco que vinieron a dar alegría al señor Axayacatzin que los conquistó como si fueran mujeres.
“Levantaos, vosotras, hermanitas mías,
vayamos, vayamos, buscaremos flores
vayamos, vayamos, cortaremos flores
las que están aquí, las que están aquí,
las flores de la chamusquina,
las flores del escudo, las deseadas,
las que dan contento,
las flores de la guerra.
Son flores hermosas.
Que con las flores que están sobre mí
yo me adorne,
son mis variadas flores,
yo mujer chalca.
Deseo, deseo mucho las flores,
deseo, deseo los cantos,
temerosa, en el lugar donde hilamos,
donde existimos,
entono su canto al pequeño señor Axayácatl,
lo entretejo con flores,
con ellas lo circundo.
Como una pintura es hermoso su canto,
como flores fragantes, gustosas,
mi corazón lo estima en la tierra.
¿Cómo estimo tu palabra?
Mi compañero en el lecho,
tú, pequeño Axayácatl,
dele yo contento.
Sólo levanto el gusano,
lo hago estar recto.
Dele yo contento
a mi compañero en el lecho,
tú, pequeño Axayácatl.
Xolo, Xolotzin,
tú señor, pequeño Axayácatl,
¿en verdad eres varón?
Aquí eres nombrado,
¿acaso en verdad aún irás a leñar?
Ya pon a cocer mi maíz,
consigue luego que mucho se encienda.
Toma, toma eso que está allá,
ven a darme al pequeñín,
tú ya colócalo,
estaremos acostados,
también tendrás contento,
tendrás mucho contento,
lo haré despacio.
No, no, no te arrojes sobre mí,
Xolotzin, tú señor, pequeño Axayácatl,
yo soy cogida,
tiene comezón mi manita.
Ya también, ya también quieres tomar
mis pechitos, casi mi corazón.
Tal vez así
estropearás mi pintura,
estarás mirando la flor color de ave xiuhquéchol.
Te introduciré en mí,
allí ha de estar tu barbilla,
yo te abrazaré.
Poema incluido en el volumen II de Cantares mexicanos“