La ocupación española en México a lo largo de tres siglos dejó heridas que han sido difíciles de curar, a pesar de que el año que viene vayan a cumplirse 200 años desde que comenzara la siempre curiosa guerra de independencia mexicana.
Pero también dejó una influencia y unas raíces culturales que han
servido para que la sociedad azteca más contemporánea se presente tal y como es a día de hoy.
España ha influido a la República en todos los aspectos que nos podamos imaginar: política, economía, cultura, industria, educación, gastronomía, etc.
También las costumbres más hispanas se instalaron en el territorio durante esos 300 años de control y de ellas surgen diferentes puntos de referencia que se pueden considerar como un tesoro patrimonial. En Ciudad de México encontramos uno de esos lugares.
El Casino Español cuenta con más de 150 años de antigüedad y desde sus inicios se ha considerado como un lugar en el que se reunían las altas esferas, se relacionaban e intercambiaban opiniones de todo tipo.
Un sitio en el que los españoles residentes en México podían acudir para tener contacto con sus compatriotas, eso sí, siguiendo unas normas de comportamiento establecidas.
Los pubs de reunión aparecidos anteriormente en Gran Bretaña y los que también existían en España fueron los modelos para la construcción y consolidación de este.
La burguesía española se reunía en estos locales en el siglo XIX con el fin de establecer un círculo de confianza en el que fomentar el entretenimiento, los negocios y el valor cultural del pueblo.
Eso es lo que se pretendía conseguir también en México y por ello sus diferentes cámaras y salones se decoraron de forma excelente para la ocasión, haciendo una especie de fusión entre todos los estilos arquitectónicos que convivían en la época y habían convivido anteriormente en territorio azteca.
La elegancia le hizo convertirse en un edificio con mucha reputación y en el que también se podían encontrar libros y manuscritos.
A mitad del siglo XIX eran más de 450 libros los que se encontraban en el Casino Español, pero los socios del club querían aumentar ese número con el objetivo de que las generaciones más jóvenes se animaran a conocer el casino y lo llenaran de obras que podrían ser consultadas por las generaciones futuras. En definitiva, se quería crear una biblioteca.
No sería hasta finales de siglo cuando Eloy Noriega se puso al frente de la recogida de obras y manifestó su intención de crear una colección de volúmenes de peso nacional e internacional.
Fue este personaje el que aceptó y gestionó las donaciones de diversas editoriales y el que encontró a empleados que quisieran formarse como bibliotecarios.
Así nació la actual Biblioteca Hispano Mexicana Carlos Prieto, denominada así en honor a uno de sus precursores y donantes más importantes de origen español. La conexión del ovetense con el Casino provocó que a posteriori realizaran donaciones instituciones paisanas como la Generalitat Valenciana, la Embajada de España en México, la Junta de Castilla y León o la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otros.
Esta labor de funcionar como galería de escrituras compartió época con los
españoles que desarrollaban en las salas sus quehaceres preferidos. Los juegos de cartas, algunos de ellos con apuestas, estaban a la orden del día y forman parte de una intrahistoria fabulosa. Aunque la institución nunca llegó a funcionar como casino de juego.
En la actualidad se ha convertido en un local con visita obligada para turistas, en los que conocer un poco más las raíces españolas. Para la población local es el espacio por excelencia en el que acudir a eventos de caridad, donativos, exposiciones artísticas y presentaciones de diversos sectores.
Y por supuesto, un sitio en el que disfrutar de la gastronomía típica española gracias al restaurante de renombre con el que cuenta. Además se encuentra en pleno centro histórico de Ciudad de México, así que te toparas con el más pronto que tarde.
El gran valor de sus sedes
El Casino Español ha contado con varias sedes a lo largo de su historia y lo cierto es que todas ellas han servido como germen para instituciones que a día de hoy tienen mucha importancia en México. Sin ir más lejos, el primer lugar elegido fue el Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya y cuyo
desempeño como sede duró apenas un lustro.
Este recinto, cuyos orígenes se remontan a 1536, ha ido sufriendo transformaciones y ejerció durante muchos años como recinto cultural. Tras acoger al Casino se convirtió en 1964 en el Museo de la Ciudad de México, después de ser declarado patrimonio nacional.
Y de un palacio se trasladó a otro, ya que su siguiente emplazamiento fue el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso para estar allí durante los siguientes 14 años. Este edificio de estilo barroco pasó por diversos dueños hasta llegar a manos de marqueses y condes que lo construyeron en el siglo XVIII.
Tras ser residencia señorial durante años, pasó a ser la sede del Casino y después quedó como instalación para el Banco Nacional de México.
Aunque, desde 2019 ha quedado como el Foro Valparaíso donde se celebran convenciones enfocadas a lo cultural y el emprendimiento.
El Casino Español también pasó por la Casa Borda a finales del siglo XIX. Esta casona perteneció en el siglo XVIII a uno de los hombres más ricos de la época hispana como José de la Borda, quien la construyó como un regalo para su esposa y sus hijos y que destaca por su elegante decoración.
Posteriormente fue demolida en gran parte, salvo algunas salas que se pudieron conservar, pero durante esta época sirvió de lugar de encuentro para la sociedad española.
El edificio del Café Inglés y el del Hospital de Espíritu Santo y Nuestra Señora de los Remedios, que es el que actualmente ocupa, también han formado parte de esta colección exquisita de sedes del Casino Español.