Tláloc, es uno de los dioses más antiguos de Mesomérica y hasta nuestros días le seguimos pidiendo favores sobre el vital líquido que cae del cielo.
Su nombre quiere decir «el néctar de la tierra» ya que viene de los vocablos náhuatl tlālli («tierra») y octli(«néctar»).
Tláloc es la esencia de la Lluvia y el Trueno que se manifiesta de variadas formas al hacerse tangible en el universo.
¿Quién es Tláloc?
La creencia de este dios es una de las más antiguas en Mesoamérica, todos los pueblos del México antiguo le pedían al dios para que fortaleciera las nubes y enviara lluvia.
Se dice que sus orígenes vienen de Teotihuacán donde se han encontrado vestigios referentes al dios de la lluvia como figurillas y un santuario en su nombre. Aunue, podría tener un precursor aún más antiguo de la cultura Olmeca.
Los mayas le conocían como Chaac y en la cultura zapoteca de Oaxaca y Guerrero existió como Pitao Cocijo.

Familia del dios de la lluvia
Fue hijo de la dualidad primigenia Ometecuhtli y Omecihuatl.
Su esposa fue la diosa de los lagos Chalchíuhtlicue con quien tuvo como hijos a los tlalocas o núbes.
La antigua leyenda relata que sus hijos se encuentran en las cuatro esquinas o rumbos del universo donde sostienen cuatro vasijas, las cuales traerían un destino distinto si se usaba en los cultivos: el primero traería una buena cosecha, el segundo la pudriría, el tercero la secaría y el último la congelaría.
También lo relacionan amorosamente con Xochiquétzal diosa de las flores, pero que le fue arrebatada por Tezcatlipoca para hacerla su esposa.
Hogar de Tláloc
El Tlalocan en náhuatl ‘el lugar del néctar de la tierra’, es el lugar donde vive, un hermoso paraíso en el oriente, donde tenía su origen el agua benéfica y necesaria para la vida en la tierra, aquí todo es abundancia y fertilidad.
A este lugar iban a dar las almas de todos los humanos que mueren ahogados o por causas relacionadas con el agua y los truenos.
Para los fallecidos que iban a Tlalocan no se seguía con la costumbre de la cremación, si no que se enterraban en la tierra con semillas plantadas en sus caras y pintura azul en la frente, sus cuerpos se vestían en papel y acompañados por una coa para plantar en sus manos.
También, lo relacionaban con cuevas, arroyos y con la montaña sagrada en la que se creía que residía.
Culto del dios de la lluvia
Los antiguos realizaban oraciones y sacrificios para que enviara a uno de sus hijos o ayudantes llamados Tlaloques a derramar su vasija de buena lluvia sobre las tierras para sus cosechas.
Asimismo, estas ceremonias eran dedicadas para que el dios fuera misericordioso dado que tenía el poder de dejar caer granizo, trueno y rayos.
Por lo general sus santuarios se ubicaban en las cumbres de las montañas, como el del Templo de Mayor de Tenochtitlán ubicado al lado de dedicado a Huitzilopochtli, el señor de la guerra y el sol.
Aunque al gran dios de la lluvia se le realizaban diversas ceremonias, una de las más importantes era la de «huey tozoztli», dedicada a deidades relacionadas con la lluvia, la agricultura y el maíz, como Cintéotl, Chicomecóatl y los Tlaloques, ayudantes del dios Tláloc.
Esta se llevaba a cabo al cuarto mes del calendario mexica (abril), o sea, previo a la temporada de lluvias o al comienzo de ésta.
Por otra parte en la mitología azteca, presidió la era del tercer Sol, fase de la creación que fue destruida por el fuego.
El jaguar y Tláloc
También estaba relacionado al jaguar ya que los habitantes de Teotihuacán consideraban al trueno como el rugido y lo asociaron con Tláloc, es por eso que con los mexicas en Tenochtitlán sus ofrendas incluían varios cráneos de jaguar e incluso esqueletos completos de jaguar, animal con alto valor en los sacrificios.
¿Cómo es Tláloc?
Lo puedes identificar por unos círculos tipo «goggles» en sus ojos y con colmillos, rasgos del jaguar.
Asimismo ostenta varios atavíos de jade, piedra símbolo del agua y se creía que era “el cuerpo de los tlaloque”, lleva un pectoral de oro y un palo serpentiforme, pintado de azul, que representa al rayo.
En los santuarios era representado con rocas o un jarro de agua ritual, los sacerdotes que se personificaban como Tláloc portaban una máscara distintiva y un tocado de plumas de garza, normalmente llevando una caña de maíz o una vara símbolo de un rayo.
Por último, aunque la creencia generalizada dice que la estatua en la entrada del Museo Nacional de Antropología es Tláloc, en realidad se trata de Chalchiuhtlicue, la diosa de los lagos, ríos y patrona de navegantes. Ve la siguiente nota
Tláloc no está en Chapultecpec, es su esposa Chalchiuhtlicue