La Pirámide de la Luna podría contar con un conducto subterráneo como la Pirámide del Sol y el Templo de Quetzalcóatl.
Este hallazgo confirmaría que los teotihuacanos reprodujeron el mismo patrón de túneles asociados a sus grandes monumentos, cuya función debió ser la emulación del inframundo.
La cavidad recta a diez metros de profundidad que iría del centro de la plaza a la Pirámide de la Luna, podría ser la representación del inframundo, el lugar en que se recreaba el origen de la vida, las plantas y los alimentos.
Por lo que se podría decir que el uso de la edificación fue de carácter ritual, para efectuar ceremonias propiciatorias de los ciclos agrícolas, afirmó la arqueóloga Verónica Ortega, subdirectora técnica de la Zona Arqueológica de Teotihuacán.
El siguiente paso sería explorar la cavidad hallada en la Plaza de la Luna, que se encuentra sellada por los mismos teotihuacanos.
Esta es una gran oportunidad que se perdió con la Pirámide del Sol, cuando en los años setenta, el arqueólogo Jorge Acosta localizó el túnel bajo esta edificación, sin embargo, descubrió que había sido saqueado en la antigüedad, probablemente por los mexicas a principios del siglo XVI.
Asimismo habrá que hacer comparaciones con los túneles que corren bajo la Pirámide del Sol y el Templo de la Serpiente Emplumada, en busca de una mejor comprensión del significado de la ciudad y la forma en la que sus dirigentes pudieron cohesionar a más de 100 mil habitantes, muchos de ellos foráneos.
Los túneles son, sin embargo, la vanguardia en la investigación. El inframundo a la cabeza. Lo que encontraron bajo las otras dos pirámides indicaban que la conexión vida-muerte era vital para los teotihuacanos.
Hallazgos en la Pirámide de la Luna
Solo en lo alto de la Pirámide de la Luna se han encontrado entierros de viejos teotihuacanos.
Durante años, los hallazgos de ofrendas y entierros en la Pirámide de la Luna han resultado sorprendentes. “En comparación con los datos de la pirámide del Sol y de la Serpiente Emplumada”, escriben los arqueólogos Saburo Sugiyama y Leonardo López Luján:
“los de la Pirámide de la Luna tienen una enorme ventaja para nuestro estudio sobre el simbolismo y la función de los espacios rituales: por primera ocasión en la historia de la arqueología teotihuacana se detectan complejos de entierros y ofrendas en la cúspide de una construcción de grandes proporciones”.
Teotihuacán, el gran misterio
La arqueóloga húngara Esther Pasztory, que estudió Totihuacán durante décadas, escribió hace años que es única por varios motivos:
“Casi toda la población del valle, unos 70 kilómetros al norte de la actual Ciudad de México, vivía allí, en la gran ciudad. Estaba organizada como en una cuadrícula. La mayoría de la población habitaba casas suficientemente bien construidas como para llamarlas palacios”.
También fue el hogar de más de 100.000 personas, su esplendor ocurrió entre los siglos I y VI. Además de ser anterior a Tenochtitlán, sigue siendo un gran misterio.
Incluso no existe certeza sobre su colapso, algunos especulan sobre un gran incendio o peleas internas (o ambos), ya que se sabe poco de sus costumbres y prácticamente nada sobre sus gobernantes.
La Pirámide de la Luna, que se localiza en la desembocadura norte de la Calzada de los Muertos en la Zona Arqueológica de Teotihuacan, consta de siete etapas constructivas. La primera se empezó a edificar en el año 100 a.C. y sucesivamente se hicieron ampliaciones hasta el año 450 d.C. que se construyó la última etapa.

