Para los antiguos mexicanos existía la unidad creadora de donde todo tiene origen y se manifestó a través de Ometéotl. El que nos mira y nos encuentra no importando dónde estemos.
Es el principio de polaridad/complementariedad latente en todo lo creado, el cual creían que se desdoblaba como las fuerzas naturales que interactúan con el mundo físico (Tonal) y con lo impalpable (Nahual) .
También se creía que Ometéotl era aquella fuerza o energía que sostiene todas las cosas que están en el Universo y las ubicadas sobre la tierra con sus cuatro puntos cardinales y el inframundo.
El camino de las almas al inframundo mexica o mictlán, despues de la muerte
Ometeotl, se concebía como presente en el cielo y la tierra, tendido sobre su “ombligo“.
Cabe destacar que este principio creador no tenía templos y era casi desconocido por el pueblo común, sin embargo; era muy mencionado en los poemas de los sacerdotes, que también lo llamaban Moyocoyani, “El que se creó a sí mismo”.
Se dice que en documentos más filosóficos es donde yace la clave para entender la profundidad del término como en las Antiguas Palabras y en los Cantares de los Señores.
Ometéotl no se crea ni se destruye
Los nahuas sabían bien que la energía no se crea ni se destruye y conocían a la propiedad energética del universo como “Senteotl” de la raíz “Sentli” (unidad, maíz) que conjugándose con “Teotl” (divino) surge la “divina unidad” o “divina semilla”.
Así como este término se refiere a la unidad filosófica, también al “alimento divino”, que es la energía vital.
Para crear el mundo, Senteotl se manifiesta como creador del espacio-tiempo Ometéotl; el cual se desdobla como una multitud de deidades, personificaciones de las fuerzas de la naturaleza y proyectadas por la psique humana.
Es importante destacar que en la lengua autóctona mexicana, la palabra “Dios” no existe como tal.
Si algo es verdadero lo es por el ser de Ometeotl
Tloque Nahuaque
Otra manera de conocerlo era en su faceta de Tloque Nahuaque, que está “cabe el ser de todas las cosas”.
Tloque Nahuaque, significa “lo cercano, lo que está en el circuito”, “dueño del cerca y del junto”.
Su presencia totalizadora hace que todo el Universo (en sus tres orientaciones) se fundamenta en él.
También se concibió como una conciencia que se pensó y se inventó a sí misma para constituir el principio y generar todo lo que existe.
Como ejemplo tomemos las partículas positivas y negativas que se encuentran en todo con lo que tenemos contacto y adentro de nosotros.
El cielo representa su parte masculina, si observamos durante el día, con azul claro, y la parte femenina durante la noche, con un color azul oscuro.
Representación de Ometéotl
En algunas versiones a la pareja creadora original de donde surgen las demás deidades, se reduce a una sola divinidad llamada Ometéotl, que posee dos vertientes, por un lado la masculina, Ometecuhtli, y por otro, la femenina, Omecihuatl.
Esta polaridad o dualidad y unidad habita en Omeyocan, “el Sitio de la Dualidad”, el lugar más alto lugar de los cielos mexicas.
Es el “Señor y Señora de Nuestra Carne y Sustento“, es El/ella es padre/madre del Universo y cuanto hay en él.
Esta entidad es proveedora de la energía cósmica universal que da movimiento a todo y de lo que todas las cosas derivan, dándole continuidad de su existencia y sustento.
Mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a todo su equilibrio por medio de darle a cada cosa su naturaleza particular.
Visión Tolteca de Ometéotl: la importancia de la trinidad
La representación más común es un símbolo del triángulo con un nudo u ojo en el centro, o bien con tres ojos. Todo proviene y todo regresa a Ometéotl.
El término Ometeotl está compuesto por:
ON (prefijo reverencial) + E (tres) + OME (dos) + TEOTL (divino)
On significa unidad; la raíz E significa tres; cuando se unen, ambos componen el número Ome, dos.
A su vez, cuando el número Ome se une con otro término, pierde la desinencia “E” (salvo excepción), como en “Ome” (dos) + “Teotl ” (divino) = “Onteotl” (divina dualidad).
Sin embargo, Ome del nombre de Ometeotl no se refiere al número 2, sino a la composición “Om-E“, (respetable 3).
Por tal motivo en el Códice Vaticano se tradujo como “Señor de Tres Dignidades” (Om, “digno” + E, “tres” + Teotl, “divino”), así que la traducción más acertada seria:
Ometeotl: Divina Uni-Dual-Trinidad.
Esto quiere decir que es único en esencia, triple en acción y dual en manifestación. Es el intento de conciliar nuestras polaridades.
En conclusión los antiguos mexicanos no eran dualistas como comúnmente se piensa, sino polaristas, pues la dualidad supone que hay dos entidades o fuerzas distintas en el universo, mientras que la teoría de la polaridad afirma que hay una sola con dos polos o manifestaciones.
De esta manera se puede decir que la dualidad es excluyente y la polaridad es complementaria y armónica.
En esta fuerza creadora el tres refleja el proceso del acto perceptual, compuesto de un sujeto, un objeto y una relación.
La triple naturaleza de la percepción es:
Selección
Interpretación
Facultad volitiva creadora y consciente del acto mismo de percibir.
Así se sintetiza la conciencia, la voluntad y la capacidad creadora del ser humano.
Ometéotl, en la toltequidad quiere decir
- El principio creador y sustentador del Universo.
- La conciliación de las polaridades, para armonizar los opuestos complementarios hacia un fin superior. Es decir, de todo lo manifestado (Tonal) y todo lo oculto (Nagual).
- La personificación del proceso perceptual.
Mesoamericanos fueron los primeros con teorías evolucionistas
Una de los preceptos básicos de la cosmogonía tolteca es que las cosas no fueron creadas “de la nada”, sino que evolucionaron paulatinamente por Ometéotl a través de las fuerzas y leyes de la naturaleza.
El investigador antropológico Frank Diaz, manifiesta en su libro: Kinam: El poder del equilibrio
“Dicho en otros términos, la creación era para ellos un proceso continuo, que va de la oscuridad a la luz (Tlilli-Tlapalli), a través del progresivo despertar de la conciencia. Consideraban que este proceso es tan universal, que ocurre incluso en términos biológicos. Los mesoamericanos fueron probablemente el único pueblo del mundo antiguo que tuvo creencias evolucionistas, en un sentido afín a lo que ha descubierto la ciencia.”
Otra muestra de esta teoría es la siguiente cita del Popol Vuh sobre la humanidad que nos prescedió:
“Dicen que la descendencia de aquellos hombres son los monos que ahora existen en los bosques. Por esta razón el mono se parece al hombre: es la muestra de una generación creada.” Popol Vuh I.IV
Este concepto tolteca de la evolución se le denominaba senkawa, concebido como un movimiento que tiende a la perfección, ya que la raíz sen, uno, se refiera a que la perfección se concebe como un retorno a la unidad.
De acuerdo a esto, la evolución del primate no finaliza en el hombre, sino que va más allá, hasta el plano de existencia de los dioses, e incluso sigue ascendiendo, gracias a la toma de conciencia de las serpientes emplumadas, hasta integrarse de nuevo a la unidad creadora.
Quetzalcóatl, la leyenda de la Serpiente emplumada
Formas de llamar a Ometéotl
Tloque Nahuaque: amo de lo cercano y lo lejano o el/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca.
Yohualli-ehecát: (viento nocturno) que es Invisible (como la noche) e Intangible/Impalpable (como el viento).
Moyocoyatzin: “el inventor de sí mismo” e Ipalnemohuani, “el dador de vida”.
Hunab Ku: dador del movimiento y la medida
Hunab Ku
Se compone de hun (único, solo ), nab (medida y movimiento) y ku o kub, (dador).
Aunque se dice que este término comenzó a existir después de la conquista, sirvió para denominar en lengua maya a la unidad creadora que se concebía como el centro de la galaxia, y a su vez, el corazón y la mente del Creador.
Hacia allí y a través del Sol dirigían su mirada los estudiosos del cielo para descifrar el movimiento de las estrellas.
Los mayas expresaban ese concepto de unidad en su saludo diario, cuando se encontraban se saludaban diciendo: “IN LAK’ECH”, que significa “yo soy otro tú”, a lo que contestaban: “HALA KEN”, que significa: “tú eres otro yo”. “Yo soy tú, tú eres yo”.
Asimismo, pensaban que todos somos parte integral de un único organismo gigantesco. Según los mayas, el reino mineral, vegetal, animal y toda la materia esparcida por el universo a todas las escalas, desde un átomo hasta una galaxia, son seres vivos con una conciencia evolutiva.
Esta era la expresión del principio Maya de Amor Universal, un saludo en que se honra a la otra persona, disolviendo el ego dentro de un completo incondicional amor.