A diferencia de la cultura occidental, los pueblos prehispánicos concebían el placer como un don divino, una forma de orden de la dualidad cósmica que tiene un lado femenino y uno masculino.
En su vida cotidiana era un elemento más del orden social, que para disfrutarse se debía moderar.
“Va más allá de lo reproductivo, fue visto como una manera de asegurar la marcha del mundo” aseguró Enrique Vela, editor de la revista Arqueología Mexicana para BBC Mundo.
Datos curiosos
Entre las culturas de mesoamérica, estas conductas eran tratadas y vistas de manera diferente.
Por ejemplo, los mexicas eran más reservados para el tema, mientras que los huastecos o totonacas eran más abiertos.
Cabe mencionar que las mujeres totonacas y otomíes iban a la guerra y podían elegir al marido de su preferencia. Mientras que las mujeres en Tenochtitlan debían ser sumisas a sus esposos.
Adulterio
En cuanto al adulterio, los mexicas creían que producía desequilibrios entre la comunidad y el Cosmos, y que la presencia del transgresor provocaba desgracias, como la pérdida de cosechas o la muerte de niños.
El castigo por este acto lo aplicaba el mismo marido quien arrancaba a mordiscos la nariz a su esposa y al amante.
Aunque sí llegaban a darse casos de poligamia, donde la primera concubina era considerada esposa y, las demás, solo eran concubinas para el placer.
Homosexualidad
En el tema de la homosexualidad, en Tenochtitlán diferenciaban en estas parejas al activo del pasivo. El primero era representando con su rol de género masculino, pero el pasivo, se le feminizaba por transgredir su rol de hombre y se le castigaba sacando las entrañas y prendiéndoles fuego; por su parte al activo lo enterraban con ceniza hasta su muerte.
Por otro lado, en la civilización Maya las relaciones entre el mismo género eran una práctica frecuente y no era tratado con tanto tabú ya que era un elemento más en la formación de los jóvenes, de acuerdo al ensayo “La sexualidad entre los antiguos mayas” de los antropólogos Stephen Houston y Karl Taube.
“Las relaciones entre miembros del mismo género eran propias del tiempo de los ritos de paso, en los que un niño se convertía en hombre”
Placer propio
Hablando del placer generado por uno mismo, los mayas y otros pueblos prehispánicos, consideraban este acto como un símbolo femenino de fecundar a la tierra.
“Hay indicios de que los mayas tenían objetos sexuales de madera, usados como consoladores y descritos pudorosamente en un reporte arqueológico como efigie fálica”, aseguran Houston y Taube.
Ahuianime
Por otro lado, estas mujeres en el mundo prehispánico eran consideradas mujeres necesarias en la sociedad, y a quienes se les relacionaba con el gozo que los dioses proporcionaron ante las angustias derivadas de la vida cotidiana.
Los mexicas las llamaban ahuianime, quienes tenían el oficio de seducir, usando su feminidad desbordada para alegrar la vida.
La mayoría de ellas tenían distintos orígenes y se les permitía el uso de un lenguaje no verbal: usaban ciertos movimientos del cuerpo, gesticulaciones, atavíos, cosméticos.
Ahuianime: mujeres mexica cuyo oficio era seducir
Como dato curioso el tlatoani Moctezuma, líder del pueblo mexica en la llegada de los españoles, se caracterizaba por su religiosidad prueba de ello es que destruyó un lugar donde abundaba esta práctica “porque atribuyó a sus transgresiones públicas que los dioses hubieran permitido a los españoles llegar e imponer su dominio”.
En términos generales la presencia del transgresor provocaba desgracias a la comunidad, como muerte de niños o pérdida de cosechas y en algunos casos se creía que podían producir el fin de una época.
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