Cada solsticio de verano en la pirámide de Chichén Itzá ocurre un juego de luces sobre la estructura que lo convierte en un maravilloso espectáculo que heredamos por nuestros antepasados Mayas.
La leyenda dice que el dios maya del Sol, Kin, en el día del solsticio de verano dividió en dos el templo de Kukulkán, en Chichén Itzá, para anunciar el día más largo del año, cuando el Sol tiene su máximo desplazamiento o declinación al norte y en uno o dos días iniciará su retorno al este. Para los mayas, este fenómeno marcaba el inicio de recolección de los frutos y las cosechas.
En el Solsticio de Verano cuando Kin está en su punto más cercano al norte, la cara noreste de El Castillo se iluminará por completo durante 30 minutos, mientras que el suroeste quedará en total oscuridad.
Inclusive llega un momento en que el Sol se pone justo a la altura de las escaleras norte y este de la pirámide, lo cual forma el espectáculo de Kukulkan, la serpiente emplumada Maya (equivalente a Quetzalcóatl) descendiendo.
¿Porqué ocurre este fenómeno en Chichén Itzá durante Solsticio de Verano?
Este fenómeno es posible gracias a que la gran pirámide de Chichén Itza no está alineada al norte sino a 20 o 21 grados al este. Mientras que en el solsticio de invierno esto se repetirá pero a la inversa, ya que las caras iluminadas serán la sur y la oeste, otra diferencia es que no se apreciará al amanecer, sino a la puesta de Sol, dando paso a la noche más larga del año.
En los Solsticios de Verano la presencia de Kin (Sol) en el día es aproximadamente de 13 horas 25 minutos, mientras que la noche de 10 horas y 35 minutos. No obstante, el importante astro poco a poco irá decreciendo su presencia hasta que llegue el equinoccio de otoño a finales de septiembre (cuando día y noche duren lo mismo).