El rarámuri Silvino Cubésare no pasó desapercibido en el vuelo que realizaba de Europa con destino a Chihuahua, su tierra natal. La voz de la sobrecargo del vuelo 292 de Aeroméxico sorprendió a los pasajeros.
“Señores pasajeros, para nosotros, como tripulación de este vuelo, es un honor comentarles que tenemos como pasajero distinguido a un mexicano que viene de Europa, donde representó a México en un maratón de más de cien kilómetros”.
“Me enorgullece -dijo con voz emocionada la jefa de sobrecargos- que nos acompaña un mexicano ejemplar, que corre esas distancias sin tenis, sólo con su atuendo de su raza y sus sandalias, por lo cual les pido un fuerte aplauso a nuestro distinguido pasajero”
Este fue el recibimiento en el avión de Aeroméxico al indígena rarámuri que ha corrido en los mejores ultramaratones de todo el mundo.
El pasado viernes Silvino compitió en la Ultimate Race Marsielle 2017, en Francia, quedando en sexto lugar en la carrera de los 65 kilómetros, y el primero en la categoría Máster.
“Francia tiene mucho tráfico, pero no está tan bonito como Costa Rica o Japón”, señala el corredor mexicano.
Pies ligeros desde niño
Como varios indígenas de la Sierra Tarahumara, Silvino comenzó a correr desde que era un niño, una de sus primeras carreras fue la de ‘La Bola’ organizada por los adultos en la localidad de Huisuchi.
A los 16 años ya formaba parte de las carreras de adultos, donde competían por dinero, animales y maíz, “empecé a ganar dinero por las carreras, entonces comencé a soñar que un día competiría en carreras grandes, pero nunca pensé que viajaría a otros países, y menos que me subiría a un avión grande, esos que veía pasar desde mi casa”, cuenta Silvino.
Su primera carrera importante ocurrió en 2002, en el Ultramaratón de los Cañones en el municipio de Guachochi, la cual no pudo terminar debido a que no tenía la condición física adecuada. Sin embargo al año siguiente no dejó pasar la inscripción y logró ganar el tercer lugar. A partir de este momento comenzó a ser remunerado por los ultramatarones que corría, hasta volverse su forma de vida.
Ahora ha corrido en los ultramaratones de Caballo Blanco y el de Los Cañones en innumerables ocasiones, logrando obtener los primeros lugares. Esto lo hizo tan famoso que los organizadores decidieron invitarlo a participar en carreras de largas distancias fuera del país, comenzando en Austria, en Europa.
Corredor mundial
“Era como un sueño subirme a un avión grande, los veía pasar por el cielo desde mi casa (Huisuchi), no me hubiera imaginado que iría a otro país en ellos”, señala el rarámuri Silvino Cubésare, que su talento lo ha llevado a viajar hasta Asia, América del Sur y Europa.
Dentro de los ultramaratones que ha participado por invitación se encuentra Brasil, Austria, Japón y Francia, así como tres veces a España, y dos veces a Costa Rica.
Recientemente lo invitaron a participar en las 100 millas en el Desierto de Atacama, en Chile, pero no aceptó debido a que está guardando energía para el Ultramaratón de los Cañones, en Guachochi.
“Los lugares que más me han gustado de los que conozco son: Japón, Costa Rica y Austria, me gustan cómo se ven, verdes y con mucha lluvia” dice Silvino, orgulloso de haber cumplido sus sueños de correr en ultramaratones y conociendo otros países.
Al menos cinco años más, el rarámuri Silvino piensa dedicarse a los ultramaratones, ya que de ahí paga los estudios de sus hijos y mantiene a la familia. El corredor también a la siembra de maíz, pero su mayor ganancia es de las competencias.
Sobre la preparación para el ultramaratón en Marsella, Silvino comentó: “Me fui a la buena de dios a la carrera de Francia”. Esto debido a que estaba sembrando maíz con sus hermanos.
La Ultimate Race Marsielle 2017 constaba de la categoría de los 131 y 65 kilometros. Sin embargo Silvino no quiso participar en la más larga de los 131 kms. debido a que su plan es guardar la mayor energía posible para el Ultramaratón de los Cañones, en Guachochi, el próximo mes de julio.
También señaló que esta carrera fue más dura, debido a que tenía muchas subidas y bajadas por terrenos muy accidentados, con muchas piedras y lajas, caminos que no está acostumbrado. Aún así logró un sexto lugar general y un primer sitio en la categoría Master de los 35 a 40 años, esto aunado a que se perdió en el trayecto.
“Me gustó mucho el paisaje de la carrera, montañas a la orilla del mar, estuve tentado a participar en los 131 kilómetros, porque Miguel Lara (otro competidor rarámuri) no quería correr de noche y solo, pero quiero guardar energía, además estoy malo de un pie, tanto que necesito hacerme una radiografía”, comentó Silvino, quien desde hace medio año tiene problemas en su pie derecho y no ha podido descansar como el doctor le ha recomendado.
“No puedo dejar de moverme, aparte de que no me gusta estar en un solo lugar, tengo que trabajar, tengo que sembrar y participar en las carreras, de ahí sale para mantener la casa, la familia, los estudios de los hijos y poder levantar una casa en Huisuchi”, dijo el ultramaratonista.
La familia de Silvino
El corredor rarámuri internacional, quien ya es abuelo, tiene 5 hijos: Eleazar y Elizabeth, que estudian segundo y primero de secundaria; los pequeños Aristeo y Víctor estudian quinto y primero de primaria; y su hija mayor Luz, quien ya es casada y tiene un bebé de año y medio.
“Mi familia quiere que pase días con ellos, me dicen que si por qué viajo tanto, pero tengo que buscar el dinero para sus estudios”, señaló Silvino, quien pasa unos días en Guachochi, donde estudian sus hijos y otros tantos días en Huisuchi, donde está su casa.
“Ahorita estoy levantando otra casa en Huisuchi, es de adobe y material, quiero que sea muy grande, de seis cuartos, porque viene mucha gente a visitarme y a hacerme entrevistas y no tengo dónde se queden”, cuenta Silvino, quien trabaja en este proyecto.
El lunes por la noche arribó a la ciudad de Chihuahua desde Francia, ayer por la tarde viajó hasta Guachochi para estar un par de días con su esposa y sus hijos y después de eso, volverá a su rancho natal, Huisuchi, a ver la siembra y seguirle a la construcción de la casa.
Además de estos trabajos, tiene pendiente por hacer 70 pares de huaraches, mismos que enviará a Nueva York, en Estados Unidos. Este es otro trabajo que realiza Silvino para ganar dinero, “cuando no gano muchas carreras, agarro como 25 mil pesos al año, y con ese dinero tengo que sembrar, mantener a la familia, pagar los estudios y comprar material para la casa”, señaló.
El futuro del rarámuri Silvino
Por otro lado tiene pensado retirarse a los 44 años de las carreras y aunque aún tiene la condición y gracias a los ultramaratones sostiene a su familia, las lesiones ya comienzan a molestarle, debido a que desde hace seis meses tiene un dolor en el pie que no se le ha quitado y con el paso de los años, los lugares en las carreras irán bajando, y como su única meta de correr es ganar dinero para su familia, no tendría caso seguir si no hay ganancia, comenta.
“Antes de irme a Francia fui con un doctor particular y me puso una inyección para el dolor, me dijo que tenía que sacarme unos rayos X, en Guachochi lo voy a hacer, como ando de arriba para abajo ni tiempo le he dedicado, además pienso que se me va a quitar el dolor, pero sólo se va por ratos”, detalla el atleta, quien aunque tiene el Seguro Popular, dice que en esta ocasión no lo utilizó, ya que necesitaba el remedio inmediato para poder correr en Marsella, Francia.
“Ya fui lo que quise ser, me soñaba en las carreras desde niño y participé en las carrera de bola, participé en los ultramaratones, y viajé a otras parte del mundo”, presume el rarámuri Silvino, mientras muestra su pasaporte con los diferentes sellos de las fronteras que ha cruzado.