Las ahuianime, en náhuatl ‘La que está alegre’, eran mujeres cuyo oficio era seducir para alegrar la vida del mundo nahua a su manera.
La mayoría de ellas tenían distintos orígenes a las que se les permitía el uso de un lenguaje no verbal: usaban ciertos movimientos del cuerpo, gesticulaciones, atavíos, cosméticos.
De acuerdo con un estudio antropológico de Miriam López Hernández, de la Universidad Autónoma de México, estas mujeres eran necesarias en la sociedad, ya que se les relacionaba con el gozo que los dioses proporcionaron ante las angustias derivadas de la vida cotidiana.
Es decir, las ahuiani, que quiere decir ‘la que está alegre’, eran las protegidas de los espacios estatales con un carácter ritual y festivo.
A diferencia de las connotaciones actuales, ellas eran mujeres que acompañaban a los guerreros valientes o las víctimas de sacrificio. Eran la base de la recreación y la alegría que tenían en su poder el desenfreno.
Sin embargo, y pese al cobijo religioso y estatal, las ahuianime eran víctimas de repudio moral, dado a que el exceso o desenfreno de los placeres eróticos era fuertemente castigado.
Por esta razón, las ahuianime eran popularmente tildadas de inhumanas, vanidosas e indecedentes: “Su integración en la sociedad se muestra en ciertas fechas y lugares pero, en los discursos morales y en algunas palabras para calificarlas, existe una actitud de rechazo y desaprobación a su comportamiento”.
Arreglo y conducta
La indumentaria, el arreglo y la conducta de las mujeres fueron áreas en que se evidenció el rechazo a las ahuianime: “se distinguen por su conducta corporal, por su deseo de destacar, por libertinas, por vanidosas y presuntuosas, contrario al ideal de discreción que se esperaba de las demás mujeres.”
Por ejemplo, a las mujeres nobles se les pedía andar de manera honesta, según el cronista Sahagún:
“No andes con apresuramiento ni con demasiado espacio, porque es señal de pompa andar despacio, y el andar de prisa tiene resabio de desasosiego y poco asiento.
Andando llevarás un medio, que ni andes muy de prisa ni muy despacio; y cuando fuere necesario andar de prisa, hacerlo has así; por esto tienes discreción.
Cuando fueres por la calle o el camino no lleves inclinada mucho la cabeza y muy erguida, porque es señal de mala crianza. no hagas con los pies meneo de fantasía por el camino. Anda con asiego y con honestidad por la calle.
No mires por aquí y por allá, ni vuelvas la cabeza para mirar a una parte y a otra. Mira a todos con cara serena… de manera que ni lleves el semblante como enojada ni tampoco como risueña”.
La belleza en la mujer nahua y las ahuianime
Y en cuanto a su arreglo personal, Sahagún describe que:
El peinado de las mujeres mexicas «honestas» era el cabello partido en el centro, las mitades cruzadas en la nuca y llevadas en forma torcida o trenzada alrededor de la cabeza, hacia la frente, para terminar en dos puntas levantadas que tienen forma de cornezuelos. Su cabello recogido mostraba su conducta propia y comprometida, en la que había observancia de los límites.
En cuanto a las ahuianime, según los testimonios de Sahagún, “eran vanidosas, se ataviaban y adornaban excesivamente, se pintaban el rostro, las mejillas con axin –un ungüento amarillo de la tierra– y con otros colores más, de manera que gustaban lucir ‘buen rostro’.”
Solían llevar el cabello suelto y otras veces con un peinado combinado, en donde se arreglaban la mitad de la cabellera trenzada y la otra mitad suelta sobre la oreja o el hombro.
De hecho, en las imágenes de estas mujeres, su cabello aparece alborotado, lo cual representaba otra transgresión que realizaba la mujer.
Además del físico, las ahuiamine solían bañarse con hierbas olorosas para que de su cuerpo emanara una fragancia deliciosa, perturbadora y excitante.
Mientras que acostumbraban a oscurecerse los dientes con grana cochinilla para llamar la atención o a chupar el tzictli –derivado del chapuputli– para cuidar y limpiar los dientes:
“También el tzictli lo utilizaban para llamar la atención de los posibles clientes al mascarlo.
Sobre esta resina, que la jovenzuelas que mastican con liviana forma ante los jóvenes al pasar dan a entender sus intenciones. Y éste es signo de atracción y así dicen moteixantia, que viene a decir: ‘atrae a sí a alguno’.”
Las llamadas ‘Maqui’
De acuerdo con Roberto Moreno, existía un grupo llamadas ‘maqui’, quienes pertenecían a un tipo militar.
Es decir que, además de las de los mercados, también estaban las mujeres dedicadas únicamente a atender a los soldados.
Se dice incluso que las ‘maqui’ eran las protegidas y representaciones de Xochiquetzal y Cihuacoatl: “Los atavíos guerreros y las actitudes viriles de las ‘cortesanas’ ciertamente se explican por la voluntad de reproducir la muerte mítica de esas dos divinidades.”
Eran ellas mismas quienes nacían bajo el signo xochitl, pues se creía que “las mujeres que nacieran en ellos, estarían inclinadas a la prostitución a menos que fueran penitentes y guardaran su ayuno para evitar caer en la fase del signo.”
Incluso, la influencia de estos días, provocaba que se les castigara mandándoles infecciones si no cumplían con sus obligaciones.
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