La Salsa Valentina es una de las más famosas de México, por acompañar a todo tipo de alimentos con ese toque picosito que tanto gusta en nuestro país. Sin embargo, pocos saben que su tradición trae consigo una interesante historia que cobró vida y hace honor a una mujer de la Revolución Mexicana.
El origen de la Salsa Valentina viene de la década de los 50 en Tamazula de Gordiano, Jalisco, donde se producía la salsa antecesora que se llama El Torito por el señor Gilberto Reyna, la cual tenía mucha popularidad y se distribuía en varias comunidades cercanas por su alta demanda.
Como suele suceder en estos casos surgió una competidora, creada por Manuel Maciel Méndez, vendedor de barras de hielo en el municipio, quien rescató una receta familiar que incluía chiles puya, de árbol y ácido acético, embotellándola con una etiqueta amarilla, y una negra para las que picaban más. El nombre con el que surgieron estas salsas fue “Tamazula”, como su municipio de nacimiento.
Fue tal su aceptación que llegó a patrocinar un programa de radio con el mismo nombre pagaron a la estación XEZEB la transmisión de un programa llamado “Salsa Tamazula” en el cual pasaban solo música ranchera de las 08 a las 12 horas, durante la emisión una voz repetía con frecuencia “A desayunar, comer y cenar con Salsa Tamazula”.
Para ese entonces la fábrica ya se había establecido en Guadalajara y el poblado de Tamazula había cobrado gran popularidad por sus salsas, de ahí el refrán popular en la localidad el cual dice: “en Tamazula la mujer es tan dulce como su caña pero tan brava como su salsa”.
Con el éxito de la empresa vino la diversificación de sus productos y es cuando lanzó al mercado “La Valentina”, cuyo nombre se inspiró en una valiente mujer originaria de Tamazula.
La historia de Valentina
Valentina Ramírez Aviti también llamada la leona nortal nació en Tamazula en 1893, quien a los 17 años decidió unirse a la Revolución Mexicana como soldadera. Sin embargo, lo que ella deseaba era pelear al frente de batalla como un soldado más.
De esta manera ingresó a las tropas maderistas vestida de hombre, identificándose como Juan Ramírez.
Su espíritu valiente y aguerrido vino de su padre quien se informaba todos los días en el periódico sobre la lucha armada y tenía el sueño de ser parte de ella sin poder llegarlo a hacer realidad gracias a su muerte prematura, pero su hija logró la gran hazaña.
La historia de Valentina trascendió en la región por hacerse pasar como un soldado al imitar los movimientos masculinos de sus hermanos, cortó sus trenzas, modificó su voz y se fue en caballo con los revolucionarios.
Así fue inmortalizada en la salsa mexicana más famosa y preferida de este país, la cual también llega al extranjero a países como EEUU, Canadá, España y Sudamérica, llegando hasta Shangai, China.