Ser mujer, indígena y vivir en la sierra de México es un triple desafío. Hoy te platicaremos de la Comandanta Ramona, una de las mujeres que entendió bien esto y quiso hacerle frente junto con el movimiento Zapatista.
Su rebeldía arrojó luz y cambió el horizonte para las mujeres indígenas del zapatismo que a través de las palabras se hicieron de voz para expresar cómo es el vivir de las mujeres que cargan a sus hijos en la espalda, que los ven morir por la pobreza, expresan la represión masculina y ser invisibles para gobernantes y políticos. Situación que no ha cambiado desde hace más de 500 años.
“Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse porque con los brazos cruzados no se puede construir el México justo y libre que todos deseamos”. expresó la Comandante en sus años de lucha.
El 12 de octubre de 1996 en el Zócalo capitalino, frente a miles de personas, una mujer pequeña de corazón gigante, de ojos brillantes y mirada sincera, vestida con huipil tsotsil blanco con bordados rojos, y cubriendo su rostro con pasamontañas, tomó el micrófono y pronunció un importante mensaje: “Yo soy la comandante Ramona, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito Federal y a todos los lugares de México. Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros”.
Como lo señala la doctora en Ciencias Sociales Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara de la Universidad Autónoma de Nayarit en su conferencia “Comandanta Ramona, la palabra que queda”, organizada por el Museo de la Mujer, al conmemorarse el 16 aniversario luctuoso de la comandanta que falleció en enero del 2006, 12 años después de iniciado el movimiento zapatista.
Era la primera vez que un integrante del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN llegaba hasta la ciudad, lo que significaba no sólo romper el cerco militar, sino también reforzar el diálogo y encuentro con muchos otros pueblos originarios y sectores sociales de México:
“Llegamos hasta aquí para gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros”, dijo Ramona. Y continúo: “Eso queremos, un México donde todos tengamos un lugar digno. Por eso estamos dispuestos a participar en un gran diálogo nacional con todos. Un diálogo donde nuestra palabra sea una palabra más en muchas palabras y nuestro corazón sea un corazón más dentro de muchos corazones”.
Como ella muchas mujeres tuvieron que aprender el español para luchar y levantar la voz.
La comandanta Ramona nació en 1959 en la comunidad tzoltzil de San Andrés Sacamch´en de los Pobres, Chiapas. Era bordadora como todas las mujeres de su comunidad, viene de una situación de pobreza, aprendió español, aprendió a leer y a escribir, fue parte de la milicia que organizaron a las mujeres zapatistas.
Participó desde los orígenes del movimiento zapatista en la toma de San Cristóbal de las Casas en 1994. Protagonista de los Diálogos de la Catedral. En 1996 fue voz de los insurgentes en la Ciudad de México.
Fue la creadora junto con otras mujeres de la Ley Revolucionaria de las Mujeres. Participó en el Primer Congreso Nacional de Mujeres Indígenas en Oaxaca en 1997.
Con otros hombres y mujeres recorrió más de 6 mil kilómetros al zócalo de la Ciudad de México y al Congreso de la Unión” en la Marcha por el Color de la Tierra.
La comandanta Ramona, señala la doctora Ladrón de Guevara, al salir de su comunidad para buscar trabajo vio que la situación de las mujeres era de despojo en todas partes, de pobreza y de miseria.
En el Ejército Zapatista entendió que las mujeres tenían que participar para cambiar la situación de las propias comunidades, pero sobre todo de ellas retoma sus frases: “Somos indígenas, somos mexicanas” “Por eso exigimos que haya respeto, democracia y justicia, porque como somos mujeres y además indígenas pues no hay nada de respeto para nosotras”.
“Exigimos también que haya vivienda digna, clínicas especiales para atender a las mujeres, porque para atender a los niños no ha adonde acudir, ni hay hospitales ni doctores. No hay educación para las mujeres, tampoco alimentos sobre todo para los niños… Hay una esperanza de que algún día cambie nuestra situación. Es lo que exigimos” (Comandanta Ramona 1996).
Dos mujeres más han destacado en la lucha, la comandanta Esther quien aprendió español al ingresar al ejercito zapatista. Fue la primera oradora en 2001 en el Congreso de la Unión donde diputados y senadores la escucharon con atención. Se ganaron el derecho a participar a tener cargos y a organizarse como mujeres.
La mayor Ana maría ingreso cuando apenas tenía 14 años narra cómo tuvo que aprender a cargar las armas, a caminar en la montaña, a cazar. Dio el discurso inaugural en el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y el Neoliberalismo”.
Ley Revolucionaria de las Mujeres
Uno de los aportes más importantes de las mujeres zapatistas es la Ley Revolucionaria de las Mujeres. Los artículos tienen que ver con su vivir cotidiano, y con el apropiamiento de su cuerpo y ponen un cerco a las imposiciones que las marcan, señala la doctora Lourdes Pacheco, en tres artículos, el 3º, 7º y 9º: Articulo 3.-
“Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar”; Articulo 7.- “Las mujeres tienen derecho a elegir a sus parejas y a no ser obligadas por la fuerza a contraer matrimonio” y en el 8.- “Ninguna mujer puede ser golpeada o maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos de intento de violación o violación serán castigados severamente”.
Exigen derechos que no basta que estén en la Constitución Política tienen que volver a exigirlos para sí mismas primero, y para los zapatistas. Son el 2º, 5º y 6º. Articulo 2.- “Las mujeres tienen derecho a trabajar y recibir un salario justo”. 5.- “Las mujeres y sus hijos tienen derecho a atención primaria en su salud y alimentación”, y 6.- “Las mujeres tienen derecho a la educación”.
En el Artículo 1 establece “Las mujeres sin importar su raza, credo, color o fijación política, tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen”. Articulo 9.- “Las mujeres podrán ocupar cargos de dirección en la organización y tener grados militares en las fuerzas armadas revolucionarias”. Articulo 10.- “Las mujeres tendrán todos los derechos y las obligaciones que señalan las leyes y reglamentos revolucionarios”. (EZLN, 1993). Finaliza la doctora Lourdes Pacheco que estas palabras tienen la misma validez.
El movimiento pasó de ser un movimiento armado a un movimiento político al aceptar el diálogo después de las presiones de la sociedad civil mexicana e internacional (enero-febrero 1994), para evitar la represión.
En las jornadas por la Paz y la Reconciliación de San Cristóbal de las Casas, el subcomandante Marcos le entrega la bandera mexicana a la comandanta Ramona para que la resguardara como esencia de la cultura mexicana. A partir de ese momento la Comandanta Ramona va a ser una figura relacionada con la Paz.
La comandanta Ramona murió en enero del 2006, doce años después de iniciado el levantamiento zapatista. En 1996 le trasplantaron un riñón donado por su hermano, con el cual vivió diez años más. Sin embargo, su herencia forma parte del legado de las insurgentas.
Texto retomado del sitio web SEM México, visítalo en este enlace
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