Xochiquetzal ‘Flor de plumas preciosas’ fue testigo de la creación de dioses y humanos, así como un intermediario entre ellos y los dioses. Aunque era madre, esta diosa nunca envejeció y siempre apareció en plena floración de la juventud.
Xochiquetzal extendió su cobijo a muchos humanos, principalmente amantes, prostitutas, tejedores y artesanos, esto se debía a que podían hacer placer u objetos que eran hermosos para la vista.
También era conocida tomo Ichpochtli que quiere decir ‘doncella’. Los crónicas relatan que su belleza era comparada a una preciosa flor y era representada con un ramo de flores en la mano o con herramientas para tejer lo que le daba autoridad sobre las artes del hogar.
Deidad creadora
Esta deidad que aparece desde los relatos míticos nahuas de la creación de la humanidad, primero como esposa de Piltzintecutli, hijo de la primera pareja de seres humanos: Cipactónal y Oxomoco. Con él tuvo un hijo, Centéotl, quien fuera deidad del maíz, también se dice que engendraron a Nanahuatzin, quien se sacrificaría en el fogón divino para convertirse en el Quinto Sol.
Mientras que con Xochipilli, príncipe de las flores y plantas psicoactivas, la relacionan de distintas maneras cercanas; como su madre, esposo o hermano gemelo que provinieron de Tlazolteotl, deidad también de la sexualidad pero en el sentido de la lujuria, los amores ilícitos, carnalidad y con los estados de la luna.
El paraíso de Xochiquetzal
Xochiquetzal nació en el Tamoanchan, “cerro de la serpiente”, uno de los paraísos situado en el primer nivel de los 13 cielos, un lugar donde habitaban varios dioses. Sin embargo, ella pasó un tiempo en la tierra escuchando y absolviendo los crímenes de los humanos.
Aquí se hallaba un árbol florido, “Xochitlicacan” y el que alcanzaba a coger una de sus flores o era tocado por alguna de ellas sería dichoso y fiel enamorado. En este paraíso Xochiquétzal era atendida por otras diosas, así como acompañada y cuidada por enanos, jorobados, payasos y bufones, que la divertían con música y bailes, además eran sus mensajeros con los otros dioses de tal manera que ningún hombre la podía ver.
Cuando estuvo casada con Tláloc, el señor del agua y la lluvia, es raptada por Tezcatlipoca, deidad de la noche quien podía viajar entre reinos a su placer y este la hace su amante. Sin embargo, Tláloc viaja hasta ese lugar para su rescate, por lo que Tezcatlipoca aceptó devolverle a Xochiquetzal y no molestarla nuevamente, con la condición de que la doncella tuviera prohibido viajar a la tierra y permaneciera en Tamoanchán, el paraíso de los dioses aztecas.
El Cielo fecunda a la Flor
En una representación del Cielo que fecunda a la Madre Tierra en el Códice Borgia, Xochiquétzal aparece desnuda, situada entre los surcos del maíz, recibiendo lluvia y semen que, desde los cielos, Tláloc arroja sobre la diosa y sobre las tierras de labor.
En otra página, la diosa aparece envuelta en una de las escasas representaciones que muestran erotismo en los códices del centro de mesoamérica. Un joven, probablemente le acaricia los senos, mientras que en el otro lado con ropa Xochiquétzal, reprende al joven, jalándole los cabellos.
En varios escritos se puede interpretar que las flores son producto de sus genitales. El intérprete del Códice Magliabechiano así lo relata:
“Quetzalcoatl estando lavándose tocando con su mano el miembro viril, echó de sí la simiente y la arrojó encima de una piedra, y allí nació el murciélago, al cual enviaron los dioses a que mordiese a una señora que ellos llaman Xochiquetzal -que quiere decir rosa-, que le cortase de un bocado lo que tiene dentro del miembro femenino; y estando ella durmiendo, lo cortó y lo trajo delante de los dioses y lo lavaron, y del agua que de ello derramaron salieron rosas que no huelen bien, y después el mismo murciélago llevó aquella rosa al Mictlantecuhtli y allí lo lavó otra vez, y del agua que de ello salió, salieron rosas olorosas, que ellos llaman suchiles , por derivación de esta energía que ellos llaman Xochiquetzal”.
Incluso se dice que de este mito surge el origen de la menstruación en las mujeres.
También se le relaciona amorosamente con Centéotl (deidad del maíz), Ixo Tecuhtli (deidad de la libertad del viento) y de Mixcoatl (deidad de los cazadores).
La fiesta de Xochiquetzal
Las diosas aztecas de la fertilidad, como Tlazoltéotl y Xochiquetzal, jugaron un papel importante en el proceso de purificación de los pecados.
Su rito religioso ocurría durante el Tóxcatl, un festival anual que se llevaba a cabo durante el mes de mayo del mismo nombre.
Los pecadores entrarían al templo con tantos pedazos de paja como los crímenes que debían confesar. Después de perforar un agujero en la lengua, pasaban cada pajilla a través de la abertura y luego los lanzaban al suelo detrás de ellos.
Los sacerdotes reunieron todas las pajitas sangrientas y las arrojaron a un fuego destinado a destruir estos “pecados” desechados. Entonces, aunque nadie, excepto la diosa, sabría qué tipo de delitos había cometido una persona, las personas cercanas podrían contar cuántos había por la cantidad de pajitas que cayeron en el suelo.
Una vez absueltos, los que habían confesado regresaron a sus comunidades y se purificaron bañándose en ríos y manantiales.
Además se elegía a una virgen para que encarnara a la diosa y se casara con un guerrero elegido que representaba a Tezcatlipoca, aunque el matrimonio duraba sólo un año.
Durante la festividad de Tóxcatl, la doncella elegida era sacrificada y su piel desollada. Un sacerdote de la diosa se ponía entonces la piel de la mujer y se sentaba en un telar. Mientras el sacerdote fingía tejer, los devotos de Xochiquetzal danzaban alrededor de él.
En el calendario mexica Tonalamatl es regente del día uno xochitl, por lo que las mujeres que nacían en él tenían posibilidad de ser buenas bordadoras o bien prostitutas, dependiendo de cómo fueran educadas.
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