La zona lacustre central de México tiene su propia leyenda de una sirena que habita en esos lugares llamada Tlanchana, nombre que viene del náhuatl: atl, agua; tonan, madre; chane, ser o espíritu mágico.
Puede resultar extraño encontrar una sirena a 500km de la costa y a más de 2,600 metros sobre el nivel del mar, pero como dicen por allí “México mágico”.
Todo comienza hace más de 11 mil años, en Metepec (cerro de magueyes, en náhuatl), en el Estado de México, donde ahora es un pueblo mágico antiguamente era una zona lacustre, repleta de pantanos y nueve lagunas.
En el lugar han habitado comunidades matlazincas y otomíes, que se asentaron principalmente cerca de Xinantécatl (Nevado de Toluca) y cerca del río Grande Chignahuapan (hoy Lerma).
En un principio también se le conocía como Atlanchane (del náhuatl: ātlān chāneh ‘(la que) tiene una casa en el agua, (la que) vive en el agua’).
Los otomíes, también la conocían como Acpaxapo, deidad acuática, hija de la luna, madre y creadora de todo ser vivo.
Los pueblos originarios la relacionaban con el señor hechicero de la oscuridad Tezcatlipoca.
Por otro lado se confunde comúnmente con la Acihuatl de la Huasteca, que según las tradiciones de los nahuas de esa zona tiene cola de pez, pero en realidad nuestra Tlanchana tiene cola de serpiente.
Leyenda de la sirena mexicana
Se dice que mucho antes que los mexicas invadieran el Valle Matlazinca, una singular deidad mitad mujer y mitad serpiente, gobernaba el lugar.
La deidad que se apreciaba como una hermosa mujer pasaba los días sobre un islote y los lugareños la contemplaban escondidos detrás de los árboles de tule que había en la laguna.
Siempre se observaba desnuda, llevando consigo solamente una corona y varios collares, así como un cinturón adornados con peces, acociles y ajolotes.
A pesar de su aspecto, la reina tenía fama por su carácter muy inestable, posesivo y vengativo. Un buen augurio para los pescadores era ver su cola de serpiente negra salir de la laguna, porque había abundancia de peces en sus redes.
Pero también la Tlanchana era enamoradiza y si un hombre llamaba su atención convertía su cola en un par de piernas y salía a buscarlo haciendo uso de su belleza para conquistarlo, en caso de que no funcionara ese plan usaba su cola de reptil para enredarlo y llevarlo a mitad del lago, donde lo ahogaba.
Como Tezcatlipoca, la deidad anfibia tenía poderes relacionados con la adivinación, los pescadores acudían a ella para consultarla antes de la pesca y de la batalla, de la siembra o del matrimonio. Incluso el pueblo Matlazinca, confiaba en ella para mantener el equilibrio entre tierra y agua, y que no faltara el preciado alimento.
¿Qué paso con la Tlanchana?
A medida que los siglos transcurrieron, las lagunas se fueron secando y la llegada de los conquistadores primero los aztecas y después los españoles hicieron que la leyenda de la sirena de la laguna fuera desapareciendo.
Pero los lugareños aseguran que el canto de la Tlanchana se sigue escuchando y cautivando a los pobladores de Metepec, quienes aún le manifiestan devoción y cariño, como se puede ver en el monumento que colocaron en su honor en el Parque Juárez, la plaza más importante y representativa de esa ciudad cautivada por su hermosa sirena.
Mira este arte que hemos compartido en las redes sociales de NeoMexicanismos sobre la Tlanchana.