Tezcatlipoca, la deidad más misteriosa y menos conocida del panteón mexica, era uno de los más temidos del México prehispánico, pero a la vez era el que contaba con más características humanas, relacionadas a la luz y a la oscuridad.
Su nombre quería decir espejo humeante o espejo negro, Tezcatl, negro; Poctli, humo. El origen del culto a Tezcatlipoca viene de la gran civilización Tolteca, cuna donde se gestó las principales manifestaciones culturales y religiosas de Mesoamérica.
Esta deidad se desprende de la pareja creadora Ometecuhtli y Omecíhuatl, quienes vivían en el treceavo y último nivel de los cielos donde vivían los dioses mexicas. Sin embargo, Tezcatlipoca negro fue el primogénito y podía traspasar a cualquier tipo de plano convirtiéndose a placer en cualquier ser.
El espejo humeante en las narraciones es retratado como un ser que provocaba tentaciones en los hombres y ponía a prueba la mente de los hombres, persuadiéndolos al mal, pero también castigando la maldad y recompensando la bondad.
También era considerado el dios de la muerte, la belleza y de la guerra, señor de héroes y de jóvenes preciosas, representándolo siempre con un cuerpo joven y hermoso.
Es simbolizado con una cinta negra en el rostro que recorre sus ojos y un espejo del que brota humo negro, objeto con el cual poseía la habilidad para revelar los pensamientos y deseos de cualquier hombre y dejar salir el lado oscuro y frío de las personas.
Tezcatlipoca estaba relacionado a la oscuridad, hechicería, al jaguar Tepeyollotl (señor del eco, montañas y terremotos) quien lleva un espejo humeante y el anauatl, símbolo del dios.
A la par es representado con una pierna que muestra un hueso expuesto donde debería estar su pie, después de que se lo arrancara Cipactli, enorme lagarto que reinaba la tierra, quien de su cuerpo se crearon cerros, cuevas y lagos para que el hombre pudiera habitarla.
La batalla de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca contra Cipactli para crear el mundo
Tezcatlipoca omnipresente
Conocido como el señor del cielo y la tierra, su espejo le permitía juzgar las acciones de los hombres y podía causar la muerte. También era dador de todo tipo de bienes materiales, sin embargo en sus manos también estaba quitarlos.
Cuando deambulaba por la tierra con su poder de invisibilidad se creía que ocasionaba disputas, guerras y malos augurios. Por tal razón era temido y se le ofrecían rituales para pedir su misericordia.
Asimismo, su personalidad compleja hacía que a Tezcatlipoca se le conociera por distintos nombres, como se puede ver en el Códice Florentino, aquí algunos de ellos.
Las fiestas a Tezcatlipoca
Después de las correspondientes a Huitzilopochtli, a Tezcatlipoca se le dedicaban las fiestas segundas de importancia en la religión mexica.
Se dice que su nombre fue probablemente tomado de Tézcatl, el nombre del mes en el que se celebraba su fiesta, que quería decir espejo y luna, la celebración era realizada el 19 de mayo.
La ofrenda principal al dios se trataba de un joven que lo representaría. Sin embargo, el esclavo debía cumplir con ciertas características ya que durante un año era tratado como un dios en la tierra. El joven no debía tener tacha alguna en su cuerpo, tener los cabellos hasta la cintura, ser agraciado y fuerte.
Asimismo se le elegían a 4 mujeres jóvenes que representaban diosas mexicas, como Xochiquétzal, con quienes contraía matrimonio y debían satisfacer todos sus deseos hasta el momento de su sacrificio. Además le eran otorgados joyas y otros bienes de gran valor.
Al cumplirse el plazo, el joven era ataviado con la vestimenta de Tezcatlipoca para recorrer las calles de la ciudad tocando la flauta y siendo venerado a su paso, además le eran asignados 12 acompañantes, uno de ellos tomaría su lugar si él escapaba.
Antes de subirse al altar se le cortaba el cabello, y debía romper cuatro flautas que representaban los puntos cósmicos. Cuando ascendía al templo, se recostaba en una piedra y se le arrancaba el corazón.
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