Las deidades del agua son el culto más antiguo que existe en México, incluso hasta nuestros días continúa su creencia para encomendarnos a ellos y lograr favores de ellos para el vital líquido que cada vez es más valorado y cuidado.
Conoce a los responsables de hacer llover en México a continuación
Tláloc
Tláloc, también conocido como ‘Néctar de la tierra’. Su culto es el más antiguo y difundido en el México originario, desde la cultura de Teotihuacán, Tula hasta Tenochtitlán.
Junto a Huitzilopochtli tenía un templo dedicado en la cima del Templo Mayor en donde se le rendía culto como una de las principales deidades de Tenochtitlán.
El señor del agua habitaba en un paraíso en la región oriental de nombre Tlalocan, se dice que de este lugar procedía el agua benéfica y necesaria para la vida en la tierra. También era el lugar donde iban las almas de las personas que morían por algo relacionado a Tláloc, como por un rayo, ahogadas o incluso de lepra. Aquí habían toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía, chiles, tomates, fresas, calabazas y más.
La leyenda dice que estuvo casado con Xochiquetzal (señora de la belleza y las flores) y Ahuizótl era una criatura marina a su servicio que acechaba en el lago para proveerle de víctimas al señor del agua.
Junto con sus ayudante los Tlaloque, era el encargado de las lluvias. Los cronistas Fray Bernardino de Sahagún y Alfredo Chavero lo describen como el dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos.
Poseía libertad y poder absoluto para tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquier parte y viendo en la “Morada divina”.
Chalchiuhtlicue
Del náhuatl: Chalchiwtlikweh ‘la que tiene su falda de jade’‘chalchiwitl, jade; i-, su; kweitl, falda’). Era la señora mexica del agua que fluye en la tierra, los lagos y corrientes que corren como venas proveyendo vida por donde pasan, también de los navegantes, pescadores, de los nacimientos y era una figura destacada en los bautismos aztecas.
Se le consideraba una esposa de Tláloc y se le rendía tributo hasta nuestros días en el pueblo de San Miguel Coatlinchán en Texcoco, Estado de México, a través de una representación esculpida en un monolito enorme de 168 toneladas. Sin embargo, en 1964 fue trasladado al Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México, abandonado su santuario natural.
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Chaac
La cultura nombraba a su deidad del agua y lluvia como Chaac (del maya yucateco: Cháak ‘lluvia’), quien era invocado para obtener abundancia en las cosechas.
A diferencia de Tláloc que siempre era representado con visores redondos, la característica de esta deidad maya era una larga trompa inclinada hacia arriba. En ocasiones en su mano sostiene su hacha con la que provocaba los truenos en el cielo; a veces lleva una antorcha, símbolo de la sequía, ya que de él dependía que lloviera o no, o bien, vacía agua de una vasija.
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Habitaba en cuevas y cenotes sagrados, los cuales eran portales a Xibalbá o inframundo maya.
Pitao Cocijo
Del zapoteco: Guziuꞌ ‘Tormenta o lluvia’, es la divinidad zapoteca de la lluvia, la tormenta y el rayo, considerado una de las deidades más importantes del panteón zapoteco, pues era el encargado de hacer llegar el agua a la tierra y así generar el crecimiento de las plantas y los cultivos.
El culto a Pitao Cocijo sobrevivió al proceso de cristianización de los zapotecos, dado que durante los rituales agrícolas de las comunidades zapotecas del sur de Oaxaca, se invoca al rayo, solicitando su favor en los cultivos, especialmente del maíz.
Esto quiere decir que se le atribuía la fertilidad y la agricultura ya que también era el señor de la niebla, las nubes, el rocío, el granizo y de las fuentes terrestres de agua.
Como Tláloc era representado con gafas redondas pero con colmillos y lengua bífida como serpiente, esto relacionado a elementos de la tierra, sus cejas representan los cielos, us párpados inferiores representan las nubes. Algunas veces aparece con una vasija entre las manos como Chaac con sus objetos alusivos al agua.
Dzahui
El principal patrono de la cultura mixteca era Dzahui, que en mixteco quiere decir lluvia, inclusive se consideraban como “ñuu dzavui” el pueblo de la lluvia y se consideraban protegidos por esta deidad.
Como otros ñuhu o seres sagrados mixtecos, Dzahui fue petrificado cuando Ndicahndíí ‘el sol’ apareció en el firmamento.
A Dzahui se le identificaba especialmente con las piedras que tienen forma de gotas de agua. También se le identifica en piezas realizadas con turquesa, una de las piedras más apreciadas entre los mesoamericanos.
En sus representaciones lo podemos ver con características de Tláloc como los visores redondos y los colmillos de Chaac.
En honor de la deidad de la lluvia, los mixtecos sacrificaban niños en las cumbres de las montañas, especialmente en tiempo de sequía, epidemias o de cosechas.
El principal centro de culto de este dios se encontraba en Achiutla lo que es ahora San Miguel Achiutla. En la actualidad, el culto a las piedras savi permanece en varias regiones de la Mixteca, como San Juan Mixtepec, donde se adoran las piedras de Savi.
Amimitl
También conocido como “Dardo de agua” era el dios mexica de lagos y pescadores relacionado con el estallido y sosiego de las tempestades. Era adorado en Cuitláhuac, actualmente Tláhuac, que anteriormente era una isla en el lago de Chalco.
Se sabe que es el sexto hijo de Tláloc y el segundo hijo de Chalchiuhtlicue, lo que lo convierte en parte de la estirpe de dioses azules.
Su nahual personifica un zambullidor piquigrueso, una criatura emplumada que solía acompañar a los pescadores.
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Huracán
Regresamos a la cultura maya con el señor Huracán, también conocido como “Una pierna” o “Corazón del cielo”. Una deidad de gran importancia por su participación en la fundación de la vida para lo mayas, pero a la vez temido por provocar el gran diluvio para destruir a los hombres de madera que habían enfurecido a los dioses y participó en la creación del hombre de maíz.
Sus representaciones son con forma humana pero de aspecto reptiloide por su cola de serpiente, además se le relaciona a ser el señor del fuego al portar un objeto humeante que puede ser una antorcha.
Con su única pierna podía recorrer enormes distancias en poco tiempo y causar una gran destrucción, aunque también fue descrito caminando de cabeza con sus manos.
De su nombre proviene la palabra huracán que designa al fenómeno meteorológico.
Metzabok
Ahora llegamos al estado de Chiapas, específicamente en el corazón de la selva lacandona nace la deidad que se encarga de hacer los truenos y lluvia, a quien los lacandones adoraban y a la vez temían.
También era conocida como Men-Sabak (el hacedor de hollín). Los lacandones pensaban que los ayudantes de Metzabok regaban hollín encima de las nubes, de donde adquirían su color negro antes de llover.
La Laguna de Metzabok se localiza entre las montañas del oriente del estado de Chiapas, en la parte de la Selva Lacandona que pertenece al municipio de Ocosingo. El 23 de septiembre de 1998 fue decretada Área Natural de Protección de Flora y Fauna. El 2 de febrero de 2004 esta laguna fue declarada un Sitio RAMSAR, es decir un humedal de importancia internacional.
Yuku
Dios de la lluvia para los yaquis de Sonora México. Cuenta la leyenda que esta deidad dejó sin agua a los ocho pueblos principales. Los yaquis sufrían una sed que los devastaba, hasta los ojos de agua se secaron y por más que hombres y mujeres hicieron pozos muy profundos, no consiguieron encontrar agua. Los cauces estaban secos, y el líquido vital no brotaba de la tierra ni caía del cielo en forma de lluvia.
Los yaquis mandaron al gorrión a convencer a Yuku para que les diera agua, luego a la golondrina, pero sin éxito. Finalmente, el sapo Bobok, quien adquirió unas alas de murciélago con la ayuda de un mago y diciéndole a Yuku.
-Señor, no trate tan mal a los yaquis. No conozco sus motivos, pero hasta nosotros, los animales, que algunas veces nos hemos enfrentado a ellos, sabemos reconocer las bondades de este pueblo y hasta ahora hemos convivido en armonía. La sequía nos está matando poco a poco. Por favor, compadécete de los yaquis y también de nosotros: envíanos el agua antes que la sed nos haga desaparecer.
El sapo engañó al dios para que dejara caer la lluvia sobre la tierra, fingiendo que se retiraba del lugar pero en realidad estaba escondido y croando para que la deidad lo oyera y lo persiguiera por todo el territorio Yaki para dejar caer la lluvia a sus tierras.
Cuerauáperi o Nana Kuerajperi
Para los purepechas de Michoacán la lluvia y la tierra estaban relacionadas a una deidad madre también conocida como “Madre Tierra, la que engendra“, productora de las nubes, la auxiliaban sus hijas Nube Roja, Nube Blanca, Nube Amarilla y Nube Negra que fueron enviadas a los cuatro puntos cardinales.
Ella manda las nubes y las lluvias para que crezca el maíz, pero si se enoja ella envía hambrunas y marca el fin de la existencia.
También se le consideraba la creadora, de ella nacen Tata Huriata (Padre Sol) y Nana Kutsi (Madre Luna). En su vientre oscuro infinito es donde todo se genera, también la dualidad de la vida y la muerte. Es la parturienta, la comadrona.
Cuerauáperi o Nana Kuerajperi, significa “nuestra abuela” o “madre tierra” y cuando se presentaba como mujer ante los hombres, vestía cascabeles en las piernas, y en la cabeza una guirnalda de trébol con una ave.